sábado, 8 de octubre de 2016

DEPRESION

La depresión implica una profunda tristeza interior, una acumulación de emociones inhibidas provocando un conflicto entre el cuerpo y la mente. Esta enfermedad está conectada con un suceso señalado de mi vida. La depresión se traduce en desvalorización y culpabilidad que me corroen por dentro. Si soy depresivo, me siento miserable, menos que nada. Vivo en el pasado constantemente y tengo dificultad en salir de él. El presente y el porvenir no existen.
La depresión frecuentemente es una etapa decisiva en mi vida (por ejemplo: la adolescencia) porque me obliga a volver a cuestionarme. Quiero a toda costa tener una vida diferente. Estoy trastornado entre mis ideales (mis sueños) y lo real (lo que sucede), entre lo que soy y lo que quiero ser. Es un desequilibrio interior (quizás químico y hormonal) y mi individualidad es irreconocible.
Me siento limitado en mi espacio y voy perdiendo despacio el sabor de vivir, la esencia de mi existencia. Me siento inútil. En otras palabras, la depresión tiene su origen en una situación que vivo frente a mi territorio, es decir lo que pertenece a mi espacio vital, sean personas (mis padres, mis hijos, mis amigos, etc.) animales (mi perro, mis peces, etc.) o cosas ( mi trabajo, mi casa, mis muebles, etc.).
El conflicto que vivo puede estar vinculado a un elemento de mi territorio que tengo miedo de perder: a una pelea que tiene lugar en mi territorio y que me molesta (por ejemplo: las peleas entre hermanos y hermanas). He aquí expresiones que revelan cómo me puedo sentir: “Me ahogas!”, “Me chupas el aire!”; “Aire!”.
A veces también, siento dificultad en delimitar o marcar mi espacio, mi territorio: ¿Qué es lo que me pertenece en exclusividad y qué es lo que pertenece a los demás? Las personas depresivas frecuentemente son permeables a su entorno. Siento todo lo que sucede alrededor de mí y esto incrementa mi sensibilidad, de aquí un sentimiento de limitación y la impresión de estar invadido por mi entorno. Así, abandono porque encuentro la carga demasiado pesada, ya no tengo el gusto de vivir y me siento culpable de ser lo que soy. Incluso puedo tener tendencia a la auto – destrucción.
También puedo tener “necesidad de atención” para ayudarme a valorizarme; la depresión se vuelve en este momento, un medio inconsciente para “manipular” mi entorno.
Huir de la realidad y de mis responsabilidades no sirve de nada (por ejemplo: suicidio) por más que esto parezca ser el camino más fácil. Es importante constatar las responsabilidades de mi vida porque necesitaré algo más allá de los antidepresivos para hacer desaparecer la depresión: debo ir a la causa.

Que hacer?
A partir de ahora, comprendo que soy un ser único. Tengo valores interiores excepcionales. Puedo retomar el control de mí – mismo y de mi vida.
Tengo elección de “soltar” o de “luchar”. Tengo todo lo necesario para cambiar mi destino.
Responsabilizándome, adquiero más libertad y mis esfuerzos están recompensados.